martes, 15 de noviembre de 2011

David Kennedy, el domador de animales.

Oficialmente es profesor de criminología en el John Jay College de Nueva York. Pero David Kennedy, con su aspecto de predicador con aires de «cowboy», es en realidad un terapeuta del mal, especializado en escudriñar la humanidad oculta bajo la mirada fría de un delincuente. Su técnica es ponerles contra las cuerdas del daño causado. Su objetivo: reducir la violencia de las bandas organizadas. Sin romanticismos. «Cuando la gente saquea una tienda, están saqueando una tienda. No es una declaración política. Es saquear una tienda».
El Gobierno británico ha situado a las bandas criminales como enemigo público número uno tras los disturbios desatados este verano. Según datos publicados esta semana, la Policía británica ha detenido ya a más de 3.000 personas por su presunta participación. Y ha contactado con Kennedy para que le ayude en su estrategia. La ministra del Interior ha financiado un estudio que concluye que sus heterodoxos métodos podrían funcionar en Manchester, aunque la Policía local todavía no se atreve.
El primer paso en el camino a la salvación, según Kennedy, es estudiar durante meses las fichas y los perfiles de los miembros de las bandas locales. Tantear su comportamiento mediante palos —19 años de prisión federal por posesión de una bala— y zanahorias —ayudas a la vivienda o al empleo—. Y enviarles la carta: «Ha sido usted identificado como un miembro de una banda criminal...». Misiva firmada por un jefe policial. Es «la llamada». El gánster que ha superado el «casting» policial y psicosocial previo es invitado a un encuentro con miembros de su comunidad que han padecido su violencia. Confrontado a sus propias víctimas en un lugar elegido con mimo, en una ceremonia de desnudo moral planeada con minuciosidad.
Una vez, en Cincinnati, según cuenta en un libro publicado esta semana («Don´t shoot» —«No dispare»—), un delincuente reincidente entró en la sala de juicios empujando a una mujer en silla de ruedas. Paralizada de cintura para abajo por un disparo del acusado, 17 años atrás. La mujer lloró. El delincuente también. Y lo mismo hizo el resto de la sala cuando la mujer enseñó la bolsita en la que orinaba. Kennedy desarrolló el método de «la llamada» en 1996 en Boston. Desde entonces, se ha aplicado con resultados sorprendentes en más de 70 ciudades de EE.UU.
Según datos oficiales del Gobierno británico, el 13 % —el 19% en Londres— de los más de 1.800 procesados por los disturbios de agosto son miembros de una banda. Muchos creen, sin embargo, que David Cameron ha inflado el papel y la amenaza que supone en realidad lo que definió como «cultura de la violencia». Pero ha contratado a un superpolicía de Los Ángeles y Nueva York, William J. Bratton, y a este peculiar «cazapandilleros» para desmantelarla. (FUENTE ABC.es)

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