miércoles, 23 de noviembre de 2011

Dos mil escolares bilbaínos participan en talleres para evitar la violencia contra las mujeres.

«Su novio viene a buscarle al 'insti' todos los días, quiere saber dónde está en cada momento, no le deja salir con nosotras, le chantajea» Casos como éste son comunes en muchos centros educativos; la mayoría pasan desapercibidos excepto para el círculo de amigos más cercano y, sin embargo, podrían ser el principio de una situación de violencia. Para evitar situaciones dramáticas como las que casi cada día llenan las páginas de los periódicos, la igualdad entre hombres y mujeres debe comenzar en las aulas. En Bilbao unos 2.000 escolares participarán este año en los talleres para la prevención de la violencia de género que pone en marcha el área municipal de Igualdad. La concejala Nekane Alonso lo tiene claro, y en asuntos como éste, «más vale prevenir que curar».
El plan se puso en marcha hace seis años y ya son 21 los centros de la villa que han integrado los talleres en sus actividades académicas. Se trata de cursos de cuatro horas en los que el objetivo primordial es «reflexionar y romper mitos». Lo primero que hacen es eliminar barreras, despejar la clase y sentarse todos en círculo, «para que todos se sientan iguales y se vean las caras». A partir de ahí, la actividad consiste en cuestionarse los modelos imperantes más que en aprender un nuevo modelo de conducta.
«No existe un patrón único y cada persona tiene que tener libertad para elegir entre las opciones saludables», explican Igor y Ane, el monitor y la educadora que imparten los talleres. Tildan su labor como una «deconstrucción de conductas adquiridas». ¿Qué es normal? ¿Por qué se considera normal?, son preguntas frecuentes en estas sesiones. «Mitos como el de la media naranja, que los celos son un síntoma de amor o que la dedicación plena a la pareja no son saludables emocionalmente», sostienen los educadores.
«Una pequeña broma»
«Uno de los prejuicios a los que nos enfrentamos es que muchos jóvenes creen que las mujeres que se dejan maltratar son tontas o débiles - explica Ane- y tenemos que hacerles entender que son personas que están sufriendo unas circunstancias y condicionantes determinados». Por eso, este tipo de talleres resulta más eficaz con los jóvenes que las campañas de sensibilización que ven por la tele.
«Las mujeres que aparecen suelen ser mayores, casadas, amas de casa, y es difícil que nos sintamos reflejadas en ese perfil», explican Garazi e Itziar, dos alumnas de 2º de Bachillerato del instituto Botika Zahar, donde se imparten estos talleres desde la primera edición. Ellas saben que la violencia tiene muchas formas y a veces una pequeña broma, un chiste o un comentario en medio de clase pueden hacer tanto daño como una bofetada. En los últimos años las redes sociales se han convertido además en un «peligroso» instrumento que ampara muchos casos de violencia o 'bullying', y el reto es integrar estos nuevos factores en el desarrollo de los talleres.
Roles diferenciados
La dinámica de las sesiones es fundamentalmente participativa. A veces, alguien cuenta experiencias personales, la mayoría prefiere examinar casos que conocen «por un amigo» y, con un poco de suerte, uno se atreve a compartir sus reflexiones con sus compañeros. «Una vez, al final de la clase un chico levantó la mano y nos dijo que, por lo que habían hablado en clase, creía que no estaba actuando bien con su pareja», recuerda Igor.
Pero el curso no se limita a evaluar el comportamiento en pareja, sino que aborda todo tipo de relaciones personales. En ese sentido, los responsables de la iniciativa observan que «las chicas están más abiertas a romper con la feminidad impuesta que los chicos con el modelo de masculinidad». Por ejemplo, «a estas edades los chicos tienen una relación muy basada en las bromas, en la agresividad, y hay que enseñarles que mostrar algo de afecto es positivo», explica Ane.
Los métodos para lograr que los jóvenes interioricen la igualdad son muy diversos, pero el objetivo está claro: atajar de raíz un problema que se inicia en la infancia, cuando desde los cuentos «que imponen roles diferenciados a las mujeres» hasta los libros de texto, «plagados de patrones machistas», ayudan a forjar la idea de que uno de los dos sexos tiene el control. (FUENTE: ELCORREO.com).

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