jueves, 9 de febrero de 2012

América Latina, una torre de Babel con 420 lenguas indígenas.

La sociolingüista austriaca Inge Sichra vive en Cochabamba hace 26 años. Su llegada a esta ciudad en 1976 fue providencial. Lo más importante de su vida estaba recién por suceder. 
Relata que el momento que pisó Cochabamba, aquel día de junio, la luz y una energía telúrica de las montañas la cautivaron.
--Tuve la certeza de que éste debía ser mi lugar de vida—cuenta Inge. --Se cumplió cuando ya en el 86 vine a quedarme aquí, donde me esperaba mi compañero Pablo, y empaparme de la fascinante fuerza y dinámica de lo quechua en el campo y en la ciudad--.  
Actualmente está a cargo del área de lenguaje (sociolingüística) en el Proeib Andes, un programa del posgrado de la Facultad de Humanidades de la Universidad San Simón para profesionales indígenas de los países andinos y también de México que persigue formar e investigar en educación intercultural bilingüe con una maestría presencial de 2 años.
Ala pregunta de si tiene algún proyecto personal que está impulsando? Respondió. “Desde que nuestro hijo Santiago se fundió con los dioses del Tunari y sus cóndores el 6 de junio de 2009, próximo a cumplir 21 años, mi proyecto personal es aceptar la muerte en la vida, la vida de la muerte, cómo el horror y lo inaceptable se vuelve capitulación y transformación. Quiero seguir en la sanación escribiendo sobre ese pasado tan presente aún”.
La sociolingüista austriaca Sichra se doctoró por la Universidad de Viena sobre “La vitalidad del quechua en dos provincias en Cochabamba”. Hace poco editó el Atlas Sociolinguístico en América Latina, de dos tomos, una publicación de Unicef.
A continuación conversamos sobre las lenguas indígenas de América Latina, la enorme cantidad que hay en la región y lo que los estados hacen por mantenerlas vivas.
Según el Atlas Sociolingüístico de Pueblos Indígenas en América Latina, el que editaste y fue publicado en 2010,  ¿cuántos pueblos indígenas existen en la región que tienen una lengua propia que está viva?
Hemos detectado con nombre, número y lugar de asentamiento 522 pueblos en los 21 países de la región latinoamericana. Estamos acostumbrados a escuchar que se trata de pueblos minoritarios o “minorías étnicas”, así que no dejaremos pasar la oportunidad para nombrar a los 5 pueblos con poblaciones en números millonarios, en orden numérico descendente, Quechua, Nahua, Aymara, Maya yucateco y Ki’che’;  con poblaciones entre 500 mil y un millón, se encuentran 6 pueblos: Mapuche, Maya q’eqchi’, Kaqchikel, Mam, Mixteco y Otomí.
En cuanto a las lenguas indígenas registradas, hay en la región 420 lenguas en uso. 103 de ellas, un quinto de todas las lenguas indígenas habladas, son transfronterizas, o sea, se extienden por encima de fronteras nacionales (hay lenguas que se hablan hasta en 5 países). El Atlas da un marco de referencia, no podemos a ciencia cierta decir cuántas lenguas aún se hablan, uno por la dificultad de registrar a los hablantes –la histórica discriminación de lo indígena ha provocado una autonegación e invisibilización de la identidad y lenguas; y segundo, por la ambigüedad de definición de una lengua por oposición a una variedad dialectal así como la indefinición de cuándo muere una lengua.  En el tema de lenguas indígenas hay mucha dinamicidad y cambio, por decirlo menos, así que establecer un número fijo de lenguas indígenas en Latinoamérica es una ilusión, dadas las diversas perspectivas e ideologías que determinan tal definición.  
¿Cuál es la particularidad más destacable de estas lenguas?
En África se reportan a  actualmente cerca de dos mil lenguas, en Asia del Sur alrededor de mil quinientas lenguas y Nueva Guinea alrededor de mil. Lo que distingue a América Latina es la profusión de familias lingüísticas y la notoria diversidad genética y tipológica de lenguas que eso implica. Mientras que en los lugares mencionados hay entre 10 y 27 familias, para Latinoamérica registramos en el Atlas 99 familias lingüísticas. La más extendida de todas es la familia Arawak, que se extiende desde Centroamérica hasta la Amazonía en más de una decena de países. Otra cosa interesante es que los 21 países latinoamericanos –exceptuando los del Caribe- tienen presencia indígena, desde Brasil con sus 241 pueblos hasta El Salvador con 3.
El que el 20 por ciento de las etnias no hable su lengua, ¿qué significa desde el punto de vista antropológico y etnolingüístico?
¿Qué tuvo que haber sucedido para que esté así?
En cuanto a los pueblos castellano hablantes sin lengua indígena, la mayor parte está concentrada en el área geocultural Andes. Es muy significativo esto. Tiene que ver con el muy temprano contacto con los colonizadores y una muy prolongada relación con los estados en esta área. Este temprano desplazamiento de las lenguas indígenas por el castellano se registra en los Andes Norte, concretamente en Colombia. El área más propicia para el mantenimiento de las lenguas sigue siendo la Amazonía y la Orinoquía, en gran medida protegidos de la colonización hasta el siglo pasado.
¿Qué sucede con las lenguas cuando conviven varias culturas, unas más dominantes que otras? ¿Son asimiladas con el tiempo?
Un fenómeno que vale la pena remarcar es que la pérdida de lenguas nativas se da en un área donde, al mismo tiempo, se encuentran los dos pueblos millonarios, quechuas y aymara. En realidad, el quechua ha tenido y sigue teniendo un comportamiento bastante similar al castellano en cuanto a desplazamiento de lenguas; es decir, muchos pueblos se han quechuizado, es un proceso que se observa hasta la actualidad.
Por otro lado, el paso al castellano tiene que ver también con una realidad en los Andes Sur, especialmente en Argentina, donde hay un proceso de etnogénesis en el cual pueblos que tienen memoria de su existencia recuperan esa voz, la expresan y se identifican como pueblos aunque ya hayan perdido su lengua. Entonces tenemos el surgimiento de pueblos indígenas que solamente hablan castellano.
Los pueblos indígenas portugués hablantes evidentemente se concentran en el Brasil. Quiero resaltar aquí el hecho de que la mayoría de estos pueblos que perdieron su lengua ancestral se ubican en el noreste de Brasil: todos los pueblos del noreste de Brasil son monolingües portugués, otra vez explicable por el inicial y persistente contacto desde los tiempos de la conquista con los colonizadores.
Desde el punto de vista antropológico, nos toca revisar el lugar de la lengua en la identidad de un pueblo, puesto que aún sin lengua ancestral un pueblo pervive con la conciencia de ser un colectivo cohesionado y a la vez diferenciado de otros en base a otros elementos culturales,  no necesariamente la lengua, por ejemplo, el territorio, el mito de origen, la religiosidad, la práctica espiritual, la práctica productiva, etc.
¿Qué países en América Latina reconocen como lengua oficial a un idioma nativo?  Le parece que fueron reconocimientos líricos, sin una decisión política que medie para apoyar a mantener vivas las lenguas?
Bolivia es el único país que en el Art. 5 de la nueva constitución reconoce como oficiales al castellano y a todos los idiomas de las naciones y pueblos indígena originario campesinos que según la lista allí incluida resultan ser 36. La constitución ecuatoriana del 2008 establece al castellano como el idioma oficial del Ecuador, con el añadido de que “el castellano, el kichwa y el shuar son idiomas oficiales de relación intercultural. Ecuador mismo y otros países como Colombia, Nicaragua Perú, Venezuela reconoce en sus constituciones el uso oficial de lenguas indígenas en las zonas donde habitan los pueblos o en sus territorios “en los términos y casos que establezca la ley” . Paraguay oficializa en su constitución al castellano y al guaraní y establece que “las lenguas indígenas, así como las de las otras minorías forman parte del patrimonio cultural de la Nación”. Quiere decir que en el Paraguay el guaraní no es considerado lengua indígena. Otros países reconocen en sus constituciones a las lenguas como patrimonios culturales que el Estado deberá preservar y respetar (Guatemala, Honduras, Costa Rica) o a los pueblos preexistentes (México, Argentina).
Entonces, en el caso boliviano se puede decir que es una decisión política que se queda en lo declarativo…
En la medida en la cual a la declaración de oficialidad de la Constitución no le sigue una Ley de lenguas y reglamentación correspondiente, se puede decir de modo general que no hay decisión política para apoyar a mantener vivas las lenguas. Pues la palabra sola “oficial”, si bien conlleva una inmensa promesa, aún no genera acción, mucho menos obligación y derecho de la sociedad al uso de las lenguas en instituciones del Estado, administración, sistema judicial, legislación, espacios públicos, medios de comunicación.  Si bien el Art. 5, II de la Nueva Constitución expresamente manda al Gobierno plurinacional y a los gobiernos departamentales utilizar al menos dos idiomas oficiales, uno de ellos el castellano, y el otro de predominio en su territorio y población y a los  demás gobiernos autónomos utilizar los idiomas propios de su territorio y el castellano,  no hay aún mayor concreción. En las Asamblea Nacional y Departamental  de Cochabamba, por citar el caso, se sesiona únicamente en castellano. Contraviniendo con su centralismo el carácter plurinacional del Estado, los órganos de gobierno utilizan hoy tanto o más el castellano que antes. Empezando por el Vicepresidente y las autoridades ministeriales, se hace caso omiso al Art. 234 de la Constitución que exige hablar al menos dos idiomas oficiales para acceder al desempeño de funciones públicas. No hay ley ni reglamento al respecto de uso de lenguas.   
Otro ejemplo minúsculo de cómo solamente estamos a nivel de lirismo de la Constitución a casi tres años de su dictación: si usted quiere poner un necrológico en quechua en el periódico Los Tiempos, no lo va a poder hacer porque no se lo aceptan. Fue el caso de la madre de una estudiante nuestra, monolingüe quechua. Los argumentos fueron: nadie pone un necrológico en quechua, no sabemos si está bien escrito. Si usted en calidad de monolingüe quechua quiere hacer cualquier gestión  en una institución pública o privada sin traductor, no logrará su cometido. A nivel institucional y también a nivel individual, no hay ni la conciencia de la validez y funcionalidad del quechua ni hay la actitud de reconocerle su estatus de lengua oficial.
Que la declaración de oficialidad de 36 lenguas indígenas en la Constitución sea sobre todo un reconocimiento político pero con alto sentido lírico se demuestra en el hecho de que, de esa lista de lenguas, una nunca existió (toromona), otra está practicamente extinta (guarasugwe), otra es de uso ritual solamente (machajuyai-kallawaya), se incluyó una variedad casi extinta de otra lengua que está en la lista (mojeño-ignaciano, además de mojeño-trinitario), otra figura con el nombre de la familia lingüística en vez de con su nombre de lengua (zamuco, en vez de ayoreo) y una es una denominación alternativa de otra lengua que también figura en la lista (puquina, además del uru-chipaya). (FUENTE: LOS TIEMPOS, BOLIVIA).

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