lunes, 15 de octubre de 2012

Comienza el juicio por el asesinato de Ignacio Pascual Hernández en 2009.

La Audiencia de Gipuzkoa juzgará a partir  de hoy a tres personas presuntamente implicadas en el asesinato de un vecino de Erandio de 64 años, a quien fracturaron el cráneo con un martillo y luego arrojaron su cadáver a una sima de Azkoitia. La Fiscalía pide para los acusados penas que suman 64 años de prisión, la misma edad que tenía la víctima.
El caso se conoce como el 'crimen de la sima'. Se perpetró en junio de 2009, si bien de lo ocurrido no se tuvo noticia hasta un mes después. El cadáver fue descubierto por tres espeleólogos catalanes en el interior de la cavidad Bide Gorri, próxima al alto de Azkarate, en la zona de Madarixa. El cuerpo se hallaba a unos noventa metros de profundidad envuelto en unas mantas atadas con bridas.
La víctima era Ignacio Pascual Hernández, de 64 años, vecino de Erandio y apodado 'Demonio'. Los tres imputados son los elgoibartarras Felipe R.A., de 42, Juan Carlos F.D., de 47, y Oscar D.C., de 35 años. Este último, natural del municipio de Gorliz, está considerado presunto inductor de los hechos. El móvil fue un ajuste de cuentas por drogas.
Según el escrito de acusación de la Fiscalía de Gipuzkoa, los tres acusados quedaron el 12 de junio de 2009 con la víctima para que les entregara una cantidad de dinero, toda vez que el presunto cabecilla del grupo atravesaba por dificultades económicas. Los inculpados convencieron al fallecido para que se desplazara hasta Elgoibar, donde según le dijeron, iban a cerrar un operación de droga. Una vez en el municipio guipuzcoano, condujeron a la víctima hasta la sede de la empresa Speedline, propiedad de Felipe R.A.
El inductor del crimen habría manifestado a Felipe, a quien conocía de anteriores actividades relacionadas con la venta de estupefacientes, su intención de acabar con la vida de Ignacio Pascual. El dueño del taller, no obstante, se opuso a tomar parte en el plan, si bien, ante la insistencia del inductor del delito, habría accedido únicamente a que se le diera una paliza.
El día del crimen, el cabecilla viajó desde Bizkaia hasta Elgoibar con Ignacio Pascual. Por la mañana, llegaron a la nave industrial de la localidad, en cuyo interior se encontraban los otros dos encausados. La Fiscalía no tiene la menor duda de que fue una encerrona.
Una vez dentro del pabellón, mientras tomaban una cerveza, el presunto instigador propinó de manera sorpresiva un empujón a la víctima, que quedó colgada de la barandilla que da acceso al sótano. Seguidamente, cogió una bombona de gas para sopletes y le asestó un golpe en la cabeza. A continuación, se hizo con un martillo de bola y le dio más golpes. Ignacio Pascual falleció allí mismo.
Mientras se cometía el crimen, el tercero de los acusados, empleado de la empresa, cortaba tubos con una rotaflex para evitar que los gritos de la víctima se escucharan.
Se quedaron con la cartera
Tras asesinarle, y para ocultar todo rastro, arrojaron un bote de pintura sobre la sangre. Seguidamente, cubrieron la cabeza del fallecido con una bolsa de basura y envolvieron el cuerpo con tres mantas ignífugas que ataron con bridas de electricista, según precisa la Fiscalía.
Antes de ocultar el cuerpo, los acusados le retiraron la cartera y le sustrajeron el dinero que la víctima portaba, unos 400 euros. Seguidamente, cargaron el cadáver en una furgoneta Renault Traffic propiedad del dueño del taller y se desplazaron hasta la sima de Azkoitia con la intención de desprenderse del cuerpo. Sin embargo, una vez allí decidieron arrojarlo más tarde, «ya que era de día y alguien podía verles», precisa el escrito fiscal.
Los tres inculpados se fueron a comer al bar Bodegón de Elgoibar, donde se repartieron el dinero que habían sustraído al fallecido, y con el resto pagaron la comida.
Los acusados esperaron hasta la noche para deshacerse del cadáver. La investigación policial permitió conocer que la idea de arrojar el cuerpo en la sima Bide Gorri de Azkoitia fue proporcionada por el trabajador implicado. Su afición a recoger setas hacía que fuera un buen conocedor de la zona donde se localiza la cavidad natural.
Los inculpados utilizaron para el traslado dos vehículos. Uno, un Audi A-4, propiedad del dueño del taller, hizo las veces de lanzadera, mientras que en la furgoneta transportaron el cadáver. Una vez frente en la sima, los acusados dejaron caer el cadáver de Ignacio Pascual al vacío. El cuerpo fue hallado el 6 de agosto por tres espeleólogos catalanes. (FUENTE: EL CORREO).

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