martes, 2 de abril de 2013

¿Cómo llegaron 700 kilos de cocaína al avión privado de Alain Afflelou?.

El aeropuerto de Punta Cana sirve a la zona turística del este de la República Dominicana: unas 40 compañías de vuelos regulares o chárter utilizan su peculiar terminal en forma de cabaña de madera sin puertas, grandes ventiladores y cubierta de cañizo; una instalación que contrasta con pantallas de información, mostradores de facturación y los inevitables controles de seguridad.
La mayor parte de los más de cuatro millones de pasajeros que pasan cada año por Punta Cana llegan y salen en aviones comerciales, mientras que un puñado, (en notable crecimiento) lo hace por la terminal VIP o el FBO, dos discretos edificios al oeste de la gran terminal de pasajeros, por donde llegan o salen del país los pasajeros que viajan en avión privado. La habitual discreción y tranquilidad de esa zona apartada del aeropuerto se vio alterada en los últimos días, cuando una operación a gran escala interceptó 26 maletas que iban a ser cargadas en un Dassault Falcon 50 de matrícula francesa (F-GXMC).
Dos particularidades: las maletas llevaban 700 kilos de cocaína y el avión era propiedad, ni más ni menos, que del óptico galo Alain Afflelou, una cara muy conocida en su país y en España gracias a su continua presencia en todas las campañas publicitarias en las que ofrece gafas a precios muy económicos. Afflelou reaccionó enseguida tras conocer la noticia por prensa para dejar claro que él no tenía nada que ver con la droga incautada.

La fórmula del abanderamiento

A pesar de que el trirreactor intercontinental es de su propiedad, el empresario francés utiliza una formula muy común entre los poseedores de estos jets ejecutivos: el abanderamiento. En este caso, el aparato lo gestionaba Trans Helicòptere Service, compañía que curiosamente tiene su página web en mantenimiento desde que se ha conocido el caso en el que se han detenido a 35 personas, incluidos cuatro pilotos.
THS es una de las muchas compañías francesas que opera aeronaves para terceros, como en España puede ser Gestair, TAG aviation o Executive Airlines. Así, con la formula del abanderamiento, el propietario del avión puede hacer que la cuenta de resultados por los costes de explotación del mismo no sea tan abultada, ya que cuando no tenga previsto utilizarlo, el aparato puede ser comercializado y alquilado a terceros.
En aviación, sea comercial o de negocios, todo son gastos: junto a la operación financiera elegida para la adquisición de la aeronave, lo que más pesa son los gastos derivados, esto es, lo que cuesta cada hora de vuelo. A ello hay que añadir unos costes fijos que, se vuele o no, deben ser cubiertos, como son los salarios de los tripulantes, los cursos iniciales y de refresco (entrenamiento), los seguros, el mantenimiento periódico, las suscripciones y boletines del fabricante. Otros gastos variables son el combustible, tasas de sobrevuelo, aterrizaje y estancia, catering y dietas.
Pocas son las empresas o particulares (en España unos tres o cuatro) que asumen todo ello, por lo que confían a terceros la gestión, que en algunos casos reduce sustancialmente el coste de la aeronave para su propietario. Ese era el caso de Afflelou, que, siempre según su versión, ignoraba dónde se encontraba su Falcon 50, que en principio habría alquilado alguien de una organización dedicada al tráfico de drogas. THS guarda por el momento un escrupuloso silencio sobre un aparato que curiosamente confirma aquella teoría de los pocos grados de separación que existen entre las personas.
Veamos: el avión, construido por Dassault con número de serie 190, fue entregado en 1989 a Segest, una sociedad filial de FIAT, que lo registró con una matricula muy italiana: I-CAFE. Se convirtió en el avión personal del legendario avvocato Giovanni –Gianni– Agnelli, el poderoso presidente del grupo Fiat. Con el Falcon viajó por todo el mundo solo, con su familia o colaboradores. El fabricante italiano fue ampliando su flota con más y mejores aviones, y este F50 fue vendido en 1996 a la portuguesa Heliavia, que lo situó en Lisboa al servicio de empresas locales, aunque también del resto del continente, ya que el mercado ejecutivo luso es bastante reducido.
Al cabo de 10 años regresó a manos de su constructor, Marcel Dassault en Francia, donde estuvo durante 22 meses a la venta. Entre 2005 y 2007 fue el avión de empresa de la financiera Lixxbail, para finalmente pasar a manos de una discreta sociedad, llamada Mascaralain, que según el registro mercantil francés se dedica a servicios de informática, pero cuyo propietario es Alain Afflelou.
La siempre discreta aviación privada (en España hay una obsesión por no revelar quién es el dueño de un jet privado) es también una fuente de sorpresas con los registros de conveniencia de Bahamas, Bermudas, isla de Man o Aruba, donde grandes corporaciones mundiales tienen registrados sus aviones para ahorrar el pago de impuestos en sus propios países. (FUENTE: EL DIARIO.ES).

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